Escena Michoacana | Lucía Díaz, el teatro como una forma de encontrar tu propia voz

La actriz y gestora cultural nos cuenta el potencial que todos tenemos para explorar nuestros registros vocales, así como la importancia de hacer teatro en comunidad

El mundo del teatro tiene un panorama tan amplio que más allá de los gestos, el maquillaje o la misma puesta en escena, puede contribuir a que una comunidad se desarrolle y también a que de forma personal cada actor y actriz conozcan su propia voz, sus capacidades y por ende, a ellos mismos.

Nora Lucía Díaz González es una actriz, gestora cultural, docente y especialista de la voz, así como coordinadora de las actividades del Foro la Ceiba, en la siguiente entrevista nos cuenta sobre su trayectoria y pasión por este arte.

¿Cómo comenzaste en el mundo del teatro? ¿Por qué te interesó esta disciplina?

Originalmente estudié la licenciatura en derecho, a la par estaba en un ensamble vocal y yo prefería irme a los conciertos o a ensayar que estar en la facultad. Siempre supe que no era algo que me encantaba y cuando terminé la carrera pues ya sabía que existía la facultad de teatro; pasé a ver cuándo eran los exámenes de selección, lo hice, y quedé. Al final terminé derecho, me titulé y fue lo último que hice de derecho.

Primero quise irme a la dirección de teatro y cuando ví que miccabeza no daba dije esto no es lo mío. Pero como yo venía de cantar, la voz siempre ha estado presente en mi carrera, yo siempre buscaba escuelas de voz o de canto, un día me apareció el CeuVoz y me dí cuenta que es una escuela en México que se especializa en el trabajo bucal de actores y cantantes.

Tomé un primer diplomado y me fascinó, luego dí clases y también me gustó mucho. Finalmente ví que las 3 cosas que más me gustaban eran actuar, investigar y dar clases en torno al estudio de la voz.

En específico ¿cómo es estudiar la voz dentro del teatro?

Cuando pensamos en la voz la pensamos como la orilla del cuerpo, durante mucho tiempo se trabajó toda esta cuestión a partir solamente de separar voz y cuerpo. Desde hace algún tiempo algunos maestros han trabajado la idea de unificar las cuestiones somáticas, el cuerpo, el pensamiento y el trabajo bucal que tiene que ver con estímulos sentipensantes, es decir, hay un pensamiento, hay un cuerpo.

Se trata de unificar y creer que ni en la vida ni en el teatro somos entes separados, esta cuestión de “pienso luego existo” se rompe un montón. Primero pienso y a partir de los impulsos sentipensantes viene la voz y viene al cuerpo.

Esta metodología se toma de un maestro alemán llamado Alfred Wolfsohn, quien en la primera mundial se da cuenta de los sonidos que sus compañeros moribundos hacían, escuchaba a sus compañeros pidiendo ayuda y se preguntaba de dónde venían esas voces.

Y lo que buscamos en el teatro son voces expresivas no voces disfrazadas, así no hablamos en la vida. En la vida tenemos expresividad, en el teatro queremos voces que nos digan, que nos hagan vibrar y cuerpos presentes.

En nuestra historia personal reprimimos muchas cosas que podemos decir y expresar, cuando llegamos a la edad adulta ya no podemos decir un montón de cosas, hay un montón de bloqueos que se fueron haciendo.

En el teatro estos traumas nos afectan todavía más, no pueden decirnos que tengamos voces educadas sino sabemos hasta dónde podemos llegar con nuestros registros vocales.

Si a un niño o niña le dices “callate y no llores” vamos reprimiendo esos impulsos primarios que tienen que ver con el pensamiento y el estar, entonces guardo mi emoción, mi pensamiento, la palabra y la palabra es un arma para defenderme a mí, para estar en la vida.

Lucía Díaz ha trabajado historias de mujeres y violencia desde el Foro la Ceiba ¿cómo es que nacen proyectos como “Nosotras hacemos teatro contra la violencia”?

Estamos en una colonia popular, y una de las más viejas de Morelia, una de las que tienen una población católica activa y tiene un gran peso en la ciudad: la colonia Vasco de Quiroga.

Cuando empezamos a trabajar acá nuestro público eran las infancias de la colonia, hicimos ciertas alianzas para sacar las obras como ir con el padre y decirle si quería ser nuestro juez en concursos de altares, nuestro deseo es abrir más a la comunidad y darles espacios.

Luego estos niños se van, crecen, se mudan y entonces ¿qué población se queda?, pues las mamás.

Descubrimos que las mujeres también necesitaban un espacio. Empezamos a hacer talleres que tuvieran qué ver con esta idea de teatro, un espacio para ellas pero también descubrimos que había otras cosas que necesitaban como asesoría legal para divorciarse o en la custodia de los hijos.

Entonces justo el darles estos espacios hizo que ellas reflexionaran en su estar, en su vida cotidiana y luego esto cómo lo pasábamos después al teatro.

Un día un grupo de mujeres me propuso juntarnos con otras personas de Santa María y el Durazno, aquellas mujeres estaban súper organizadas y tenían su taller de costura. Empezamos a trabajar desde cuestiones legales, pero también dimos talleres para hacer galletas, gelatinas o algo que les pudiera generar ingresos.

Todo eso se une y termina siendo un montaje escénico con lo que ellas querían decir, hemos hecho 3 talleres y 3 montajes.

El primer montaje fue bien emotivo, se llamó “mujeres: esencia, presencia y conciencia” y ahí ellas nombraban lo que ya no querían en sus vidas. Es así como los procesos se van uniendo y tejiendo, son procesos políticos y sociales y no podemos dejar estas cuestiones de fuera y está super padre porque estás atendiendo y escuchando a la comunidad desde el teatro.

Finalmente, ¿qué les dirías a las personas que se quieran acercar al teatro y descubrir los potenciales de su voz?

Es bien interesante cómo tenemos que hacer un descubrimiento de nuestra propia voz. Estas cuestiones de las prácticas vocales como una simple repetición están cada vez más en desuso porque no podemos solo repetir, sino que hay un proceso.

El teatro siempre nos mueve cosas, nos identificamos con algo, siempre es un espejo y justo en eso radican las búsquedas, de quién soy yo a partir de cómo me encuentro en el teatro, no hay que dejar de buscarnos en el teatro porque si lo hacemos va a haber otros que también se busquen y se encuentren.

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