Pudieron acudir a las urnas, un 3 de julio de 1955
El 3 de julio de 1955 marcó un antes y un después en la historia política de México. Ese día, por primera vez, las mujeres ejercieron su derecho al voto en una elección federal para elegir a los representantes de la Cámara de Diputados. Aunque el reconocimiento legal se había establecido dos años antes, en 1953, fue hasta esa jornada dominical cuando su participación se reflejó directamente en las urnas a nivel nacional.
El país vivía un periodo de transformación. Tras décadas de exclusión del espacio electoral, el voto femenino federal se convirtió en una de las demandas más persistentes del movimiento de mujeres durante la primera mitad del siglo XX. Organizaciones civiles, líderes sociales, académicas, maestras y ciudadanas promovieron la idea de que sin el voto de las mujeres no podía hablarse de una democracia plena.
En 1947, se permitió a las mujeres votar en elecciones municipales. Este avance parcial fue el resultado de una presión constante que no se detuvo hasta lograr una reforma constitucional más amplia. Fue en octubre de 1953 cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto que reformó el artículo 34 de la Constitución, otorgando a las mujeres mexicanas el derecho a votar y ser votadas en todos los niveles de gobierno.
Dos años después, el derecho se volvió acción. En la elección federal de 1955, miles de mujeres mexicanas acudieron a las urnas. Muchas de ellas lo hicieron por primera vez. La participación fue alta, reflejo del entusiasmo y la voluntad de formar parte de las decisiones nacionales. No solo se trató de emitir un voto, sino de ocupar un lugar en el debate público y romper con una larga historia de exclusión.
A siete décadas de aquel suceso, las preguntas siguen presentes:
—¿Qué pensaron las mujeres al cruzar por primera vez la puerta de una casilla electoral?
—¿Qué emociones atravesaron al depositar su voto en la urna?
—¿Qué imaginaban para el futuro de la participación femenina en la vida política?
Hoy, las mujeres votan, se postulan para cargos de elección, gobiernan municipios, encabezan secretarías, coordinan campañas y ocupan lugares en el Congreso. Sin embargo, la conversación sobre su participación plena en condiciones de equidad aún permanece abierta.
El voto femenino en las elecciones federales fue más que una victoria jurídica. Fue un acto que abrió posibilidades, que dio nombre y voz a un sector clave de la ciudadanía. Significó que la política ya no podía construirse sin la mitad de la población.
Este 3 de julio, al conmemorarse 70 años del primer voto femenino en una elección federal, el país recuerda no solo un hecho, sino una transformación. Porque la democracia no se consolida con silencios, sino con participación, memoria y acción. Y porque cada papeleta sigue representando una voz que cuenta.
Redacción: Christopher Ballesteros